updated 8:51 PM MDT, Jul 3, 2018
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Relación AMOR-ODIO con la comida

  • Written by Por Mariana Nuñez

Si usted como muchos se ha descubierto atrapado en “Una Relación Amor-Odio Por La Comida” (es decir: “Ama comer, pero odia engordar”); usted forma parte de una amplia estadística poblacional que no se resigna al hecho de que todo en exceso y sin límites (Aun en el amor) puede ser nocivo para la salud. Siempre lo he dicho, quien está “en guerra” con la comida, estará en guerra consigo mismo la mayoría del tiempo, pues regularmente tenemos contacto con alimentos (Si no es que todo el día…) cuando menos 2 o 3 veces al día, en los tiempos de comida comúnmente conocidos y sin tomar en cuenta salidas sociales, celebraciones, reuniones, etc.

 En los que como vínculo social, regularmente se encuentra involucrada la comida y una amplia gama de sus preparaciones. Y es que partiendo desde la célebre frase de que: “No hay alimentos buenos ni malos, sino que hay cantidades”, debemos considerar que en esta “Relación Amor-Odio Por La Comida” no es necesario establecer ningún tipo de ultimátum para determinar el típico “todo o nada” dentro de lo que deberían ser nuestros hábitos cotidianos de alimentación. Se trata de aprender a comer de todo, a no quedarnos con el antojo y a disfrutar la comida, pero sin excesos y/o al punto en el que, aunque me produce “placer” cierto alimento, el consumo o la “adicción” a este mismo me dañe; como ocurre cuando es necesario bajar de peso pero el paciente no tiene ni la disposición ni la voluntad de empezar a trabajar hábitos o conductas que le permitan educarse para moderar y limitar el consumo de ciertos alimentos para obtener verdaderos resultados, o cuando un paciente es diabético y se niega a dejar de comer dulces, cuando alguien es hipertenso y su amor por el café es inquebrantable e incontrolable, cuando se padece colitis y la persona insiste en ponerle chile a todo lo que come, o cuando se tiene una predisposición hereditaria para desarrollar cierta clase de enfermedad, pero la persona simplemente no quiere guisar con menos sal, comer con menos grasa, variar y equilibrar un poco más su alimentación en conjunto con un estilo de vida más saludable, etc.

Por el simple hecho de ser algo que “nos encanta”.
No podemos poner todo el peso de nuestros “sentimientos y deseos” de un solo lado de la balanza; en lo personal creo que, ni en cuestiones de amor y mucho menos en términos de comida!. No podemos vivir restringidos y “traumados” por lo que comemos o dejamos de comer, pero tampoco podemos ir por la vida comiendo deliberadamente lo que sabemos que no nos hace bien y/o lo que por mi estado de salud, no es negociable evitar. Se trata de encontrar un punto medio, el sano equilibrio entre sostener lo cotidianamente saludable, disfrutar lo espontáneo y antojable y compensar los excesos (que reitero, deben ser los menos) con acciones que contrarresten sus efectos. En Fin… Se trata de aprender a comer! Asistir al nutriólogo para “sanar” su relación con la comida, es la mejor “terapia” que puede regalarse para lograr estabilidad entre usted mismo y su estado de salud.

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