Las competencias de una ejecutiva
- Written by Fernando Tamariz
Cuando me pidieron que hablara sobre las competencias de una ejecutiva, de inmediato pensé que son las mismas que las de un ejecutivo varón.
En una segunda pensada, concluyo lo mismo, pero con un importante matiz.
Con la certeza de dejar fuera competencias importantes, por falta de espacio, trataré de describir algunas de las principales:
Me parece que para liderar una empresa o una parte de ella, sin importar el género del ejecutivo, se requiere primero darnos cuenta de que, al margen de la carrera que se haya estudiado, nos hemos convertido en administradores y debemos seguir el ciclo de la administración. De manera que planear, organizar, dirigir y controlar el trabajo, se convierte en nuestro coto de caza de manera natural. No podemos aislarnos de este ciclo y en la medida en que nuestras competencias para manejarlo sean significativas, nuestros proyectos pueden seguir adelante con más facilidad.
Después, es importante entender que una competencia básica del o de la ejecutiva es ser servicial. La pirámide jerárquica se invirtió hace mucho, la punta está hacia abajo, los ejecutivos ocupan la parte baja y los operativos la de arriba y entre más abajo estés en la jerarquía, se tiene que servir a más gente. El trabajo del ejecutivo, es dar servicio a sus “subordinados” para que puedan operar y brindar el producto o servicio que la organización genera. Al final de cuentas quienes “hacen” el producto o quienes brindan el servicio al cliente, son las personas de línea. Nos hemos cansado de ver malos productos y servicios que son causados porque los ejecutivos “no sirven” a quienes deberían y están esperando ser servidos. El pleistoceno terminó hace mucho.
Por otra parte y como elemento crítico, está una visión poderosa, casi de Superman con la que visionar el futuro, con la que podamos encontrar fortalezas para sacar ventaja, con la que identifiquemos potencialidades en el entorno, en la empresa y en el personal, con la que podamos ver el bosque y no sólo los pinitos.
Deshacernos del protagonismo me parecería otra competencia crítica. Comprender que los éxitos son de todos y los fracasos también. Aprender a hacer equipo y a subordinar los intereses personales a los comunes y entender que ser el líder de un equipo exitoso es tan deslumbrante o más, que anteponer tu nombre y tus intereses a los de los demás. Entender que la competencia inadecuada destruye y que sólo cooperando se consiguen los objetivos.
Dentro de mi lista dejaré fuera muchas competencias más, pero no quiero obviar esta última: una vocación irrestricta por conseguir que las cosas que haces hoy, se hagan mejor mañana. No puedo imaginar a un o a una líder que pierda de vista esta máxima. Si tu trabajo ha sido solamente mantener en operación el éxito, dejarás de tenerlo pronto.
Finalmente y volviendo al punto de partida, he encontrado que muchas ejecutivas pretenden ser ejecutivos. Se comportan como ellos, tratan de pensar como ellos. Lo cierto es que, la mayoría de las veces, las mujeres han tenido que batallar mucho más para abrirse paso en nuestras organizaciones machistas, que lo son y mucho, sin importar su nacionalidad, y eso las ha robustecido y les ha hecho pensar, no sin razón, que hay que hacerse espacio usando el modo masculino que tarde o temprano las masculiniza.
En el sentido estricto esto no es malo, salvo en un aspecto: puede inhibir competencias femeninas que hacen mucha falta en la organización. Aunque debatible, mi opinión es que las ejecutivas “femeninas” cuentan con una sensibilidad que los hombres no conocen y que es importantísima en el trato interpersonal, tienen una tenacidad y resistencia a prueba de bombas y un sentido de la responsabilidad que se ve en pocos varones. Me atrevo a decir que el nivel de honestidad y de compromiso femenino es superior al nuestro. Así mismo, la disciplina de trabajo que se imponen, la concentración y la capacidad de abarcar una gran cantidad de aspectos de la vida organizacional las vuelve imprescindibles para el crecimiento de un área, de una empresa y del país, no solamente por su aportación individual sino primordialmente por el nivel de contagio que pueden mantener. Es más valioso que nos contagiemos nosotros de ustedes a que ustedes traten de mutar y de evitar ser lo que son.
Con esto no afirmo que todas las mujeres tengan estas cualidades o que no haya hombres que pueden tenerlas, solamente señalo que muchas veces, en ese afán de camuflar su femineidad en medio de un mundo discriminatorio y machista, las ejecutivas se comportan como nosotros y se olvidan de que tienen mucho más que dar. Por lo pronto, tienen mucho que enseñarnos.
Fernando Tamaríz
Director de Gente Avanzando
Soluciones en desarrollo humano y organizacional
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